BARILOCHE: MANTENIENDO "LA FORMA"

En el km 7 de Bariloche, lejos de las hordas de turistas israelíes y porteños, me alojé en el Alaska hostel, que recomiendo a todo aquel que acabe cayendo por estas latitudes. Y, gran sorpresa, en el hostel ¡se alojaba Pierre! ¡Está vivo! (Sólo algunos lectores me entenderán).

Después de subir un pequeño cerro y recorrer el Circuito Chico, quise ir en bus hasta Colonia Suiza y de ahí volver al hostel, pero los colectivos de Bariloche, especialmente el nº 11, son una leyenda urbana, así que tuve que caminar hasta que decidí hacer autostop después de ver a dos niñas pijas tener éxito con el primer coche que pasó. Una simpática familia se apiadó de mí y me acercó algunos kilómetros a mi posada (mientras las niñas me miraban como si fuera una gashega en un zoo).

Al explicar esto a unos argentinos del hostel (habían sido 17km a pie, ¡pero en plano!), me dijeron sorprendidos: "¿Todo eso en un día? Ah, pero, ¿tú tienes preparación, no?" Tuve que contener la risa para no ser maleducada con ellos mientras recordaba cómo había subido el cerrito con la lengua fuera cual anciana asmática.

Comentario aparte merece el de la despensa donde compraba mi avituallamiento esos días, que decía que lo de Hitler y esas historias no acababa de creérselas porque era de los que "si no lo ve no lo cree". Supongo entonces que sólo creía en sus ventas de sandwiches de miga y salame.