
Esas fueron las lindas palabras que nos dedicaron a Matt, Irene, la Shegua y sho unos perros flauta malabaristas pseudo percusionistas cuando la camarera de un bar los echó por su propia iniciativa.
Los simpáticos hippy-punkis, además de chorear el último pucho de Matt (=gorronear su último pitillo), improvisaron un concierto de mierda a nuestra verita cuando intentábamos soportar con unos refrescos los 35 grados de la tardecita cordobesa. No sabíamos si intentaban tocar cuarteto, cumbia o ska, el caso es que el sonido no era muy distinto al del taladro de mis vecinos.
Como gente educada y tolerante que somos aguantamos estoicamente el recital, aunque con cara de circunstancias. La señora del bar quizás notó nuestro malestar, o quizás a ella le estaban rompiendo aún más las pelotas...El caso es que se acercó a nuestros nuevos amigos y les dijo de buen rollito que se trasladaran a otro lugar de la plaza (que era grande joder), pero añadiendo innecesariamente algo así como "que están estos clientes españoles", a lo que respondieron con un súper alternativo "pues que se vayan a su país".
Y bueno, luego añadieron unos cuantos improperios en buen español gallego: "¡Tío, coño, gilipollas, tío!"
Lo que no sabemos es a qué país querían que nos fuéramos todos juntos, teniendo en cuenta que éramos una argentina piamontesa, un gabacho-coreano, una catalana que vive en todas partes y una vallekana militante.